Pero… ¡La
puta que lo parió! ¿Qué pasa? —masculló mientras bajaba la
ventanilla y asomaba medio cuerpo para tratar de ver qué pasaba más adelante.
No vio mucho: un patrullero que evidentemente estaba cortando el tránsito casi
cien metros adelante. Volvió a acomodarse en el asiento y miró por el espejo
retrovisor; ya era imposible hacer marcha atrás por el embotellamiento.
Uno se
rompe el orto laburando y te cortan la calle estos piqueteros de mierda justo
cuando uno quiere volver a su casa y estar tranquilo... —puteaba
sabiendo que los que estaban en el auto pegado al suyo lo escuchaban—. Y tranquilo es una forma de decir, porque
uno no sabe si estos mismos hijos de puta son los que te agarran entrando el
auto. Un cana por esquina tendría que haber, y que cague de un tiro al primer
chorro que aparezca. Es así, este país no va a cambiar más… Te cortan la calle
y uno que no tiene nada que ver lo sufre. ¿Por qué no van a hacer un piquete a
la casa de los ministros? Me pregunto yo. ¡Eh! Me rompí el lomo estudiando, y ahora
trabajando, para ganarme la vida… Porque a mí nadie me regaló nada, eh. Este
auto me lo compré hace un mes. Es el primer cero kilómetro que tengo en mi vida
—dijo, ahora sí, mirando al pasajero del taxi que estaba justo a su lado.
El hombre, de unos sesenta años, lo había estado oyendo sin ganas, con el ceño
fruncido y algo perplejo.
La fila se movió unos metros y
volvió a detenerse. Preso de una nueva frustración, el hombre inició la cadena
de bocinazos con su 304. El Palmer de adelante se le sumó y luego la Ribart de
su derecha. Satisfecho y entusiasmado por haber iniciado la manifestación de
protesta simuló su mejor cara de enojado.
Los autos volvieron a avanzar, esta
vez unos cincuenta metros, dejándolo justo frente al patrullero que había
cortado la calle. Recién en ese momento pudo ver que no había una multitud de
manifestantes sino un grupo de personas que rodeaban lo que debía ser algún
motociclista accidentado, a juzgar por la moto que estaba tirada a unos metros
del grupo.
Estos de las
motos andan como locos… Ojalá que aprenda. Se te tiran encima para sacarle plata
a tu seguro los hijos de puta —le dijo a un transeúnte que se
había detenido justo al lado de su ventanilla.
Lo tocó de
atrás un 304 al de la moto y se subió a la vereda. Hay un nenito jodido —le dijo el
flaco.
Los autos eran desviados por atrás
de la escuela y reaparecían en la esquina siguiente.
Lo que es no querer laburar, eh. Mirá que ponerse a hacer malabares… —le dijo a otro conductor que había quedado a la par en un semáforo, diez cuadras más adelante.
Juan Griss
1 comentario:
muy bueno!!! y tristemente cotidiano!!
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